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Ayer pensaba que el próximo post que escribiría en mi blog tendría que ver con mi incipiente vejez y las derivaciones de la misma. Resulta que no, estaba preparándome un pequeño aperitivo para seguir pintando un cuarto, y se me vino a la cabeza escribir sobre el irrespeto que nos marca como sociedad, así que eso es lo que toca.
Antes que venga cualquiera y me critique diciendo que no generalice ni hable por todos, les aclaro que yo no me considero irrespetuoso, sino todo lo contrario. Sin embargo, aprovecho el post para aclarar que el todo es la suma de las partes, y nuestra sociedad se conforma por cada uno de los habitantes que la integramos (y sí, me incluyo), y se define precisamente por nuestras acciones. Lamentablemente la estadística existe, y si bien no nos gusta que nos clasifiquen o nos juzguen por las acciones de los demás, la realidad es que, desde afuera, lo que vale es lo que predomine, el promedio de todos. Si no me creen, hagan una pequeña prueba: ¿Quién, en algún momento de sus vidas, no ha hablado en forma general de los habitantes de un pueblo, ciudad, estado o nación?. La respuesta (sí, en coro por favor): ¡TODOS!. Yo no conozco a nadie que no lo haya hecho aunque sea una vez.
Una vez aclarado ese punto, procedo a contarles sobre nuestra cultura, La Cultura del Irrespeto.
A todos nos gusta exaltar las cualidades que nos definen, pero sólo las buenas. Por esa razón debe ser que al venezolano le gusta mucho hablar y jactarse de ser como es, pero precisamente por la cultura que tenemos, exaltamos cosas que, de ser otro el caso, seguramente ocultaríamos. Tiene que ver con muchos factores, pero creo que el principal, es la impunidad. ¿Por qué digo eso?, es simple, si una persona se salta la luz del semáforo, poniendo en riesgo su integridad y la de los demás, la ley establece una sanción por haber cometido una falta, pero es imposible sancionar a alguien que no es atrapado ni perseguido. Pero viendo más allá de eso, esa persona le falta el respeto a todos aquellos que esperan por su momento de poder avanzar, y le falta el respeto a la vida ajena al ponerlas en peligro en su delito. Pero no por ser una nación de comedores de luces profesionales, yo digo que somos una sociedad irrespetuosa, nada que ver.
Yo no creo en las groserías, me parece un absurdo su invención, en primer lugar, pero existen. Si yo me dirijo a un cliente y le digo "mira güevón ven acá", les aseguro que mínimo me deja de hablar, pero así nos dirigimos a nuestros semejantes en este país, ¿o no han notado que ahora llamarnos "maricos, putas, pedazos de (cualquier cosa), CDM, HDP..." se ha convertido en algo totalmente normal y hasta gracioso?. Repito que el hecho de que una palabra sea considerada como algo prohibido es absurdo, pero estoy de acuerdo con llamar a las cosas por lo que son, y mucho más a las personas. Entonces, llamemos putas a las putas, HDP a los HDP y así sucesivamente. Pero no por ser una nación de comedores de luces e insultadores profesionales, yo digo que somos una sociedad irrespetuosa, nada que ver.
Todos tenemos derechos, y nos gusta, en muchos casos, reclamarlos; convenientemente, olvidamos casi siempre la parte relativa a los deberes. A casi todos nos gusta la música, y estoy de acuerdo en que todos podemos escucharla y disfrutarla sin que se coarte nuestro derecho a ello. Del mismo modo, tenemos el deber de respetar el derecho que tienen los demás de escuchar su música, o de preferirlo, de no escuchar ninguna. En este país eso no sucede, queremos rumbear hasta la hora que nos de la gana, con el equipo a todo dar y el vecino que se joda. Y no les voy a venir con el cuento de siempre, que si a lo mejor debe trabajar temprano, tiene muchachos chiquitos o le duele la cabeza, porque eso no tiene nada que ver. La mejor razón que les puedo dar es que simplemente los demás no se quieran calar su estruendo, y punto. Aprovecho para meter en este paquete a los que están en todas partes gritando y vociferando, o que hablan por celular sólo por usar el aparatito, porque no lo necesitan (total, si no lo usan seguro que igual los escuchan por los gritos). Señores, sus conversaciones son privadas y a los demás no le interesan, salvo contadas excepciones, entonces moderen la voz. Pero no por ser una nación de comedores de luces, insultadores y bulleros profesionales, yo digo que somos una sociedad irrespetuosa, nada que ver.
El ocio es un grave problema, y no me refiero al ocio común y corriente, de sentarnos a seguir link tras link sin hacer más nada, o ver TV por horas y horas, en fin, eso sólo afecta al que lo hace. El problema es cuando el ocio se convierte en vandalismo, que se ve agravado cuando nadie hace nada. Ayer en un supermercado, andando con Mariale, vemos a un grupito de empaquetadores que, al parecer con mucho tiempo ocioso, se dedicaban a "pasear" por los pasillos. No hubiera existido mayor problema de no ser porque pasaban por la sección de vegetales, abriendo huecos a todos los empaques que ya están listos para que la gente los lleve. Eso constituye un acto vandálico e irrespeta no sólo a su empleador, sino a todos los clientes que tal vez hubieran comprado dichos productos. Claro, eso es un caso puntual, pero que si extrapolamos el ejemplo, seguro encontramos muchísimos casos en los que, a diario, la gran mayoría atenta contra los bienes ajenos (rayar paredes y carros, romper cosas ajenas, etc.) Pero no por ser una nación de comedores de luces, insultadores, bulleros y vándalos profesionales, yo digo que somos una sociedad irrespetuosa, nada que ver.
Vamos ahora con dos ejemplos incluso más claros que los anteriores, y eso es mucho decir. El primero, es la gente que bota basura en la calle. Eso, además de definir a esas personas como unos inmundos cochinos, también las define como unos irrespetuosos hacia su propio patrimonio, y, lamentablemente, el de los demás. Si fuera que en sus casas quieren vivir como puercos, ese sería su problema, pero la calle es de todos, y todos pasamos por ellas. Tirar un basura en la calle es un irrespeto a cada uno de los ciudadanos que ha pasado, pasa o pasará por la misma. Otro ejemplo de gente cochina son los fumadores, porque vamos a estar claros en que eso huele mal, es feo y de mal gusto, y además atenta contra la salud propia y del resto de las personas en el mundo (y muy probablemente el 99% tira las colillas en el piso). Ya había escrito un poco sobre esto aquí y aquí. Pero no por ser una nación de comedores de luces, insultadores, bulleros, vándalos y cochinos profesionales, yo digo que somos una sociedad irrespetuosa, nada que ver. Bueno, la verdad es que ahora sí, creo que ya es suficiente.
El mayor problema viene con lo siguiente, al estar TODOS acostumbrados a irrespetar a TODOS, del mismo modo estamos acostumbrados a que nos irrespeten, y es aquí donde se crea la Cultura del Irrespeto. Retomando los ejemplos anteriores, si desde un principio, al saltarse un semáforo, alguien lo denunciara y se sancionara al infractor, otro gallo cantaría. Así podría ser con cada uno de los ejemplos. Pero el problema es que cuando alguien nos irrespeta nos callamos y nos dejamos joder, así de simple y en todos los casos que he mencionado. Ciertamente ya es muy tarde para corregir las cosas desde el comienzo, pero no es demasiado tarde para hacer algo al respecto. Sólo cuando estemos muertos, será demasiado tarde, para nosotros.
Estamos tan acostumbrados a ser irrespetados, que seguimos tolerando un gobierno que cada vez que se pronuncia sobre cualquier tema, nos insulta, y nos ofende; nos irrespeta hasta límites insospechados. Pero nos calamos esa vaina, porque así es nuestra cultura, irrespetamos y nos irrespetan. Y no es sólo este gobierno (aunque este ha roto los récords), porque cada vez que alguno de los anteriores fracasó, seguimos en lo mismo, hasta que cambiamos... para PEOR.
¿Qué podemos hacer?, es simple, cambiar. Hacerlo... no es tan simple. Requiere del factor primordial, de la disposición para lograr un cambio, y que dicha disposición, nos represente como nación así como nos representa la imagen de bochincheros y echadores de vaina. Para lograr un cambio, es necesario que actuemos también sobre nuestro círculo de influencia, porque de nada vale tener el poder para cambiar algo, si optamos por no hacerlo. Por ejemplo, en el caso de los empaquetadores del supermercado, fuimos y hablamos con un supervisor para notificarle del mal proceder de los muchachos. Eso entraba dentro de nuestro círculo e influencia, hacer algo más entraba dentro de la responsabilidad del supervisor. ¿Qué sucedió después?, no lo se, probablemente sólo se llevaron una amonestación, aún cuando de haber sido yo los despido inmediatamente. Pero el asunto no era que se hiciera lo que yo quería, sino lo que la empresa estimara conveniente en ese caso.
La dirección que debemos tomar para cambiar esta cultura del irrespeto es clara, RESPETAR. Y la primera persona que debemos respetar es, sí, esa misma, la propia. Si no somos capaces de guardar un mínimo de respeto por nuestra propia humanidad, no podremos hacerlo con los demás. Además de respetar, lo siguiente será hacernos respetar, pues como bien dijo Edmund Burke: "All that is necessary for the triumph of evil is that good men do nothing", que significa "Todo lo necesario para el triunfo del mal, es que los hombres buenos no hagan nada". Y eso aplica para todo, además de que posteriormente, el mismo Burke aclara que cuando los hombres buenos no hacen nada, dejan de ser buenos.
Para dejarles con un refrán Venezolanísimo: Más claro no canta un gallo.
Para dejarles con un refrán Venezolanísimo: Más claro no canta un gallo.
Que tengan un buen día ;)
Luego les contaré de mi vejez...