Debería esperar que sean las 21:45 para decir que ya han pasado 8 meses desde aquel día que me llamaron desde la casa para decirme (con un mes de antelación a lo que esperaba) que la niña al parecer se había cansado del útero y quería salirse, es decir, que mi esposa tenía contracciones. Recuerdo que en ese momento estaba en el carro con una amiga llevándola a una parada de carritos y sobra decir que la dejé allí rápidamente después de contarle y me fui prácticamente volando para la casa.

Fuimos a la clínica y resultó que faltaba un documento para lo del seguro, regresé a la casa a buscarlo y cuando regresé ya la habían metido a quirófano. Sentí mucha rabia cuando me dijeron que le iban a realizar una cesárea en vez de esperar que diera a luz normalmente. No había razones para ello y a estas alturas nadie me saca de la cabeza que sencillamente la ginecóloga sólo quería sacar mas dinero. Muchas mujeres prefieren la cesárea por desconocimiento de la tortura que es esa vaina en la recuperación.

Pero todo eso se me olvido cuando escuché el único llanto "bonito" de toda mi vida. Sentía una emoción muy grande y el corazón latía como si hubiera corrido el maratón del siglo. Me provocaba estar allí adentro y verla pero no se podía. Al cabo de un rato una enfermera me dejó asomarme en la puerta del quirófano para ver donde la tenían, creo que fue más por compasión y ladilla de tenerme pegado a la puerta que por otra cosa. Estaba vestida con una ropita que habíamos llevado y lloraba... COMO LLORABA, yo no sabía como una bebé recién nacida podía tener semejante volumen en el llanto. Y era increíble que una personita tan chiquita me hiciera sentir tantas cosas en tan poco tiempo. Se me olvidó todo lo que había leído en mi vida, se me olvidó que los bebés nacen con ese llanto estruendoso que se escucha lejísimos porque es necesario para su supervivencia, la necesidad de llamar a los padres (sobre todo a la madre lo sé), hacerles saber que necesita algo.

Pasó como una hora antes de que llevaran a mi esposa a la habitación, y otro rato más antes de que llevaran a Elizabeth. Estaba envuelta en la manta y era una cosita TAAAAN LINDA (sí, suena jeva lo sé), pero lo era y lo sigue siendo. Del resto bueno, no dormí, pendiente de si la madre estaba bien, y si la niña también. Es curioso el temor tonto que tenía de levantarme cada 10 minutos y comprobar que estaba respirando bien...

Al día siguiente les dieron de alta y pudimos ir al apartamento. Fue muy curioso tener que subir a mi esposa, pues como vivimos en un 4to piso y no hay ascensores tuvimos que llevarla montada en una silla y cargándola entre un tío, un primo y yo. Pero todo bien.

Desde ese día hasta hoy han sido un sinfín de experiencias y emociones que iré contando a medida que se desarrolle este blog. Pues lo he creado precisamente para contar todas esas experiencias que se me generen cada día como consecuencia de mi hija Elizabeth. Y, si algún día, ella quiere poner su granito de arena aquí, pues también lo hará. Por hoy, sólo cuento eso y que ya han pasado 7 meses, 29 días y 12 horas aproximadamente desde aquel extraordinario día en que comencé a tener la dicha de ver a esa estrellita que cayó desde el cielo para alumbrar mi vida y hacerla más feliz.


Que tengan un buen día ;)

P.D.: Este es el primer post, del blog creado únicamente para ella, se lo merece. Así que desde ahora casi todo lo relacionado con Elizabeth, se verá por aquí http://elizabethjara.blogspot.com. Repito el post aquí sólo por esta vez. Se me cuidan...